viernes, febrero 26, 2010

Crónica de una historia anunciada

Hay días en la vida que uno no quisiera despertar… hay días que a uno le gustaría que no hubiesen pasado… y poder volver atrás y cambiar algo para que todo siga como estaba… pero no se puede. No pude hacerlo hace muchos años atrás, no he podido hacerlo en mucho tiempo, tampoco lo puedo hacer ahora… hay que aceptar que hay días en que pasan cosas que uno nunca hubiese querido que pasaran y tomar decisiones sobre eso… supongo que de eso se trata la vida, y debe ser por eso que a veces cuesta tanto vivirla… hay días como estos, en que ni siquiera puedo escribirla…

jueves, febrero 18, 2010

En memoria de la tía Chinita

Hace como un año atrás escribí sobre el 14 de febrero, ahora lo leí para recordar qué brutalidad habría escrito, y me encontré con que al menos había incluido a alguien importante en la historia.
Hace ya 16 años, ese 14 de febrero fue un día triste. Me costaba convercerme que lo que para mi era importante en ese minuto, se había terminado. Mi mamá se esforzaba por levantar mi ánimo ese día. Era uno de esos momentos que las mamás no queremos para nuestras hijas, verlas llorar y sufrir por un pobre pájaro que seguro no se lo merece. Pero eso es inevitable... hasta yo lo estoy asumiendo, el problema es que no sabemos qué haremos en ese momento.


Como Dios es, además de grande, sabio, no la mandó sola a mi pobre madre, sino que ese día la envió acompañada de la mejor persona que podría haber escogido para tamaña situación. La tía Angélica, tía chinita para nosotros que la conocíamos desde siempre, tenía experiencia en el tema. Claro, pensaba yo, con tres hijas mujeres mayores que yo, bien bonitas todas por lo demás, seguro que por eso ya había pasado más de algunas veces.
No era sólo esa experiencia su mejor capital para enfrentar el tema, sino que era la propia... Después de confidenciarme partes de su vida que quizás pocas veces contaba, me di cuenta que estaba exagerando un poco mi dolor... Si, estaba bien, tenía pena, pero claramente lo mío era absolutamente superable...

Luego, llantos más llantos menos y con el egoismo propio de quien se consuela porque el mal del resto es peor, me llevaron al recital de "los enamorados". Ya lo conté también, ese 14 de febrero tuve el placer de escuchar en vivo a Gatti con la piscina y el mar de Pingueral de fondo.
Llegamos justo... estaba lleno y no había donde sentarse, excepto una mesa en primera fila que decía "Reservado Autoridades". La tía me debe haber querido harto, porque creo que por primera y única vez en mi vida, la vi aprovechar su embestidura. Si en algo nos parecíamos las dos, y debe ser el origen acuariano, es que nunca nos estacionaríamos donde está prohibido, nunca nos aprovecharíamos de las circunstancias, nos ponemos tontas con el apego a las normas, y no nos sentaríamos donde dice que no hay que hacerlo porque está reservado... pero ella en esa oportunidad quebró su lógica. Nos sentamos... y por supuesto yo complicada por el cartelito ella dice "bueno, nosotras con tu mamá somos autoridades..." y nadie siquiera se inmutó.

Un contraejemplo... cuando estaba aprendiendo a manejar para sacar la licencia, no recuerdo como salió el tema estando ella en la casa. Mi papá me había asegurado que si hacía el curso, me la sacaba en un pueblito de nombre que mantendré reservado... No recuerdo como ni porqué, ella dijo "me imagino que tus hijos sacarán su licencia acá en Chillán, verdad?, porque acá viven y es lo que corresponde...". Así era no más la cosa... en ese minuto le vi la cara a mi papá y dije "soné". No había forma de no hacerlo así... ella, como jueza del único juzgado de policía local que había, lo iba a saber de todas formas. ¿Está demás decir que no me respetaron la promesa?. Así era ella, nada de cosas, nada de pillerías, nada de ilegalidades...

Dura en sus deberes, era pura dulzura en su vida entera...
Yo era una de sus "sobrinas acuarianas". Es divertido, pero las tres hijas de sus tres antiguas amigas, somos todas acuarianas, igual que ella, y nunca se olvidaba de nuestro cumpleaños. La verdad verdad, es que en varias cosas nos parecemos...
Ya lo he dicho antes, no creo en las coincidencias, y todo pasa por algo. No creo que su infarto haya sido el día del cumpleaños de mi suegra cuando justo íbamos a Conce y tuve la posibilidad de acompañar a su familia en la clínica a la que la trasladaron, sólo por coincidencia. No creo que sea coincidencia que esté de cumpleaños el mismo día que mi suegro. No creo que sea coincidencia que haya elegido el día 14 para despedirse. Ni el 12 ni el 15, días de celebración de sus "sobrinas" y días además de alegría para sus amigas, sino que el 14... como dijeron muchos quienes la recuerdan como yo, eligió el día del amor.

Este 14 de febrero fue particularmente triste... y mientras acompañaba a la familia en la clínica compartía con ellas ese episodio hace 16 años ya...
Dos días después, escuchaba a otros referirse a ella tal como yo la recordaba y la voy a seguir recordando... Dulce, amable, correcta, profesional, gran amiga, madre, abuela, patiperra, entretenida, alegre, coqueta...
Tía Chinita... un 14 de febrero, 16 años antes de que te fueras y dejaras un tremendo recuerdo entre tantos que te conocimos y te quisimos más de lo que pensábamos, escuchamos una canción que siempre me ha parecido especial... y en realidad es un poema que ese gran artista adaptó y musicalizó... y ahora parece perfecta...

Buen viaje, a una de las mejores amigas de mi mamá, que pasó de ser sólo eso a ser una tía querida como pocas...

El Viaje Definitivo (Juan Ramón Jiménez con música y adaptación de Eduardo Gatti)

Y yo me iré pero los pájaros quedarán
cantando, y mi jardín también permanecerá
con su verde árbol, con su pozo de agua los cielos serán azules y las campanas tañerán.
Así como están tañendo esta misma tarde
pasarán la gente que me ha amado y la ciudad renacerá cada día mas.
Pero mi alma siempre vagará
en el mismo rincón de mi jardín en flor
con su verde árbol, con su pozo de agua los cielos serán azules y las campanas tañerán.

miércoles, febrero 03, 2010

Los libros

¿Dije alguna vez que me gustaba mucho leer? Si… seguro que lo dije. En esta época es cuando más puedo leer también. De hecho, no concibo la playa sin libros… no hay nada más fome que tomar sol mirando la nada misma, y no hay nada más entretenido que tomar sol leyendo un libro, y uno de esos que me gustan tanto, novela negra en lo posible.

Y entonces, ¿por qué la generalidad de las personas no lee nunca?, y lo que es peor, ¿por qué derechamente dice que no le gusta?. A mi cuesta entender que no les guste… cuando me pesca un libro me cuesta mucho dejar de leerlo… hacer cualquier otra cosa cotidiana ya me complica porque significa quedarme con la curiosidad de lo que va a pasar luego… una página más digo para mis adentros, pero parece que es peor porque más interesante se va poniendo.
Reconozco que hay unos que son “ileibles”… no ilegibles… sino que de verdad no hay como (acabo de inventar la palabra, no es que crea que está bien). No sé si están bien o mal escritos, pero si no logro interesarme en lo que viene, para mi ya no es un buen libro.


El fin de semana debatíamos sobre el tema con mi familia, todos buenos lectores. Ninguno tiene muy claro por qué unos si y otros no… tampoco sabemos si la educación respecto a la lectura hoy es mejor que antes o no. Yo al menos celebro que desde que los niños no saben leer aún ya les tengamos que inculcar el hábito.

Yo siempre he pensado que es un hábito… como lo es hacer ejercicios para algunas personas. A mi ese hábito no me lo inculcaron y eso que mi papá también fue un gran deportista, pero cuando colgó las zapatillas de basketball, mantuvo el amor por los libros, y ese si lo viví yo y mi hermano.
No tengo muy claro como llegué a leer mucho, pero cuando hago memoria y busco explicaciones, lo único que tengo claro es que siempre tuve un libro a mi alcance, y uno para mi especialmente, nada de novelas fomes o de adultos, sino que libros con temas y ediciones especiales para niños. Si no era un libro, era una revista o un condorito. Así de paso, incorporé el diario de todos los días, sobretodo en vacaciones… el diario pasaba de mano en mano, mi papá, mi abuelito y yo (a veces pienso que leo lun porque era el diario que siempre compraba mi abuelito, cuando aún traía noticias...).


En mi casa nunca se discriminó por tipo de lectura, al contrario… lee lo que te guste, con tal de que leas… Así fue que descubrí mi pasión por la crónica roja, novelas policiales, de misterio, y aparecen en mi día a día personajes como Sherlock Holmes con Watson siempre al lado, Miss Marple, Hercules Poirot y su amigo Hasting. Incluso alguna vez encontré en mi casa un libro amarillo con letras grandes negras y rojas que relataba los casos más impactantes de la crónica roja chilena… Era chica (de edad)… me miraron no más, pero al final de cuentas, era tanta mi fascinación por el libro que no me dijeron nada, más allá de mirarme y seguro preguntarse si tendría algún problema más profundo…

También contribuyó un profe del colegio, un abuelito que era escritor también, que me hizo clases 3 de los 4 años de enseñanza media. El viejito nos daba un listado gigante de libros y podíamos elegir… ¿qué mejor?, una vez hasta diserté de los ovnis y las pirámides que leí en un libro de misterios. No me dijo ni pío, jamás lo miró en menos y al contrario, más barra de la que me tenía ese profe sólo debe haberme tenido el de matemáticas… a lo mejor la única que encontró que eso era bueno soy yo, bueno, seguro la base ya la traía de la casa.

Mi papá también lo traía de la casa, está claro, en los veranos con mis primos nos peleabamos las revistas y las selecciones del reager digest, y las novelas cebolla con mi prima ni decir…
Supongo que por todo esto y mucho más que no recuerdo, es que desde que la chica es pequeña he tratado de copiar el modelo… mi papá ya le regalaba libros de guagua cuando la pobre apenas tomaba su mamadera. Nuestras visitas a las ferias del libro infantil ya son institución, ella misma se preocupa de saber cuando empiezan… ahora que está más grande, le está echando el ojo a las del libro usado también. Yo me alegro, ella cree que es mala para leer, pero no… Un día me dijo que ella no era buena para la lectura, que sólo le gustaban los libros de vampiros que ahora están tan de moda… yo le dije que no, que daba lo mismo lo que leyera, pero mientras siguiera devorando esos libros como lo hace ahora, donde no alcanza a terminar uno y ya quiere tomar el siguiente, yo sentía que la mitad de mi pega en esto estaba cumplida…


Con mi gordo estamos aplicando la misma técnica, mucho libro de niños, de aprendizaje y de dinosaurios… por qué no? A mi me cargan, pero él los ama, y si eso sirve para que él hojee libros y cuente los días para aprender a leerlos solo, ya tenemos una gran parte del camino avanzado. Más adelante serán otras cosas, a mi me da lo mismo si leen el quijote algún día o no, lo que me interesa es que lean constantemente y que lo disfruten. Eso, les va a servir para encontrar nuevos intereses y temas y sin querer queriendo, siempre tendrán un libro cerca.

Durante la conversación familiar, mi cuñadita inteligente y mi hermanito a la par, sacaron una conclusión. Ellos también leen lo que les gusta no más, pero leen, y la explicación de ellos es que parte del hábito adquirido tiene una componente afectiva y emocional. Así como hay gente que odia leer porque fue una obligación en el colegio, nosotros no relacionamos los libros con eso, sino con algo que nos trae buenos recuerdos y por eso seguimos leyendo, ya que experimentamos una sensación cómoda y agradable, quizás en el fondo, asociada a un recuerdo.

Puede ser, yo por lo menos no puedo dejar de asociarlos con esos días en que llegaban dos encomiendas a mi casa, una a nombre de mi papá y otra a nombre mía. Decía Remitente: Editorial Andrés Bello. Venía su libro mensual, y el mío de una edición de niños. Tampoco olvido cuando llegaba con el Pato Donald o el Condorito, o con dos… para que con mi hermano no pelearamos. Qué decir de las lecturas nocturnas con mi prima, en nuestras vacaciones cuando ambas nos enamorábamos de todos los protagonistas de las novelas de Corín Tellado y sus imitadoras. Soñábamos con ser esas chicas estupendas, de pelo largo y hermoso, ojos verdes, independientes que les llovían los pretendientes y conocían al hombre perfecto cuando menos se lo esperaban.
Cómo olvidar esas noches que me quedaba hasta las tres de la mañana leyendo novelas de misterio y no podía dormir del puro susto… pero ahí estaba mi hermano, en la cama de debajo de la litera… durmiendo como lirón y yo pensaba que si nos pasaba algo, nos pasaba juntos.


Antenoche, cuando acostaba al guatón, me recordó que le leyera su cuento nocturno… Cuando se me ocurrió comprarle su cajita de cuentos cortos lo hice pensando en que necesitábamos incentivos para que se durmiera solo en su pieza, pero esa noche me di cuenta que no sólo eso le estaba enseñando, sino que también estaba generando para él un recuerdo afectivo importante… Seguro se va a acordar cuando crezca, de los minutos sagrados que le dedicaban sus papás y su hermana para leerle un cuento, y de paso, lo asocie al placer de leer un buen libro…