martes, enero 02, 2007

Los Lleuques...

Ahí estabamos un grupo de como 10 cabras chicas, 16 años? rumbo a pasar una semana de esparcimiento sano en Recinto y Los Lleuques... repartidas, porque tantas no cabíamos en una sola casa... y nace el primer problema... quien se queda donde, que tu dijiste que te quedabas conmigo, que te vas a la otra casa porque es más cómoda... puras tonteras dignas de la edad y el género... raya para la suma, salimos todas peleadas, y el grupo se achicó para el año siguiente...
Pero en definitiva, nos quedamos en la casa de Los Lleuques... no porque fueramos muy convincentes, sino porque (como son las cosas de la vida...) en la casa de al lado había un contingente masculino nada despreciable... varios años mayores que nosotras, pero nunca tanto tampoco... para unas colegialas, jóvenes en segundo o tercer año de universidad está dentro de los rangos más que aceptables... para que vamos a decir también que eran jóvenes de carreras promisorias y universidad tradicional, jaja.
Así fue entonces que comenzó una semana llena de aventuras domésticas... partiendo por conocernos entre amigas en otros aspectos de la vida, como por ejemplo, aprendimos que ninguna sabía mucho de la casa... nunca volví a ver una lista de compras tan inútil... estuvimos muertas de hambre varios días (sentido figurado por supuesto, comíamos puras leseras), hasta que llegó mi mamá con amigas y comida y arrasamos con todo. Los lavados de loza... desastrosos también... una señorita pedía que sólo le exigieran comprar el pan, no sabía hacer nada más...
Para que decir que por mientras los vecinos comían a cuerpo de rey... tenían nana que les cocinaba hasta queque!
Así pasaron lo días, y nuestra mayor entretención era molestar a los de al lado... eran más buenos que el pan si, rayando en lo fomes... y si lo digo yo, es serio!
Para hacer más llevaderos nuestros días, aprovechamos algunas de sus salidas al río para tomar por asalto la casa... volvimos con algunos tarros de atún y pedazos de queque, y a modo de venganza por no invitarnos, dejamos algunas prendas de ropa desparramadas por el patio... y una que otra sabanita corta... lo que no esperábamos era ser tomadas por asalto a la mañana siguiente... hubo algunas caidas a la piscina, como hubo otras que peleamos y gritamos hasta morir... no íbamos a pasar por esa vergüenza!
Tuvimos paseos al río, caminatas nocturnas al cerro con fogata incluida, harta risa, un pololeo por ahí... (me reservo el nombre de los involucrados para no generar conflictos) y amistades nuevas.
Tanto así, que nos volvimos a juntar en las mismas casas y casi en las mismas épocas de año dos veces más... y siempre fueron semanas muy entretenidas, de las que guardo los mejores recuerdos.
Ellos volvieron a ir una vez más al menos, lo recuerdo porque con una de ellas los vimos un día por las calles de Chillán cuando iban en camino, y nos saludamos desde un auto a otro con mucho cariño. El problema fue que los pololos respectivos no lo encontraron muy simpático... así que hubo que reprimir emociones...
Las amigas seguimos en contacto, de ellos ya no sabemos casi nada, pero los recordamos con mucho cariño, aunque sea en fotos.


Comienza la aventura de escribir...

Hola… un saludo a las pocas almas que de vez en cuando a lo mejor entran a este blog…
Acá estoy, voy a hacer un experimento producto de que ya son como tres personas que me dicen que debería sentarme a escribir un libro (la verdad es que el número no es grande, pero si la cantidad de veces que lo han dicho)…
No se si serán tan así, un libro son como palabras mayores, y yo a los libros le tengo muuuuuucho respeto, así que recojo el guante pero comenzamos en forma bien humilde, en vez de un libro, voy a dar mi salto literario con pequeñas historias… y para empezar, algo que me inquietó el otro día.

Martes recién pasado, me encontraba esperando que el kinesiólogo atendiera a mi hijo por una bronquitis obstructiva, angustiada por lo que eso iba a significar para él… tan chiquitito y tener que pasar por esos masajes y ejercicios tan poco agradables. Ahí estaba yo, sintiendo pena de mi misma, cuando entró una señora con su hija y un niñito, de algo más de un año de edad, muy parecido a mi niño… sólo que él venía en su coche recostado. Ah, pensé yo, seguro venía durmiendo… su carita y su expresión me decían lo mismo, o decaído por sus remedios, hasta que mientras lo observaba, me di cuenta que no era eso. De a poco noté algo en su mirada que me decía que no era sueño ni enfermedad o remedios, era mucho más profundo que eso… tenía algún tipo de daño cerebral, que hacía que tuviera esa expresión en su carita.

Más fuerte aún fue mi impresión cuando su mamá, con toda la paciencia y amor del mundo, comenzó a darle algo como un remedio, a través de una sonda instalada cerca de su ombliguito…
En un momento, la mamá comenzó a hablar con su hija, para explicarle que su hermanito no sufría con su tratamiento kinesiológico como los otros niños que iban pasando por ahí, mientras juntas esperábamos nuestro turno, porque su hermanito era especial, y tenía una mente especial que lo hacía distinto al resto.

De a poco, mi pena comenzó a transformarse en empatía… luego en alegría, y comencé a sonreír con este niñito, que pese a su mente especial, entendía lo que sucedía a su alrededor, reconocía y se reía con los juegos y cariños de su hermana, y luego, con la conversación de su mamá. Por un minuto, me miró a mí, y sonrió también con las caras que le puse.

¿Qué problema particular tendría ese pequeño?, no lo sé, tampoco quise preguntar. Seguramente es una historia que esa familia ha contado muchas veces, y es una historia que seguramente también les duele. Aún así, durante todo el rato que estuve sentada a su lado, sólo fueron alegría y sonrisas entre ellos.
Cuando salí de ahí me fui pensando en lo afortunada que era yo, con mis hijos sanos, y todo eso, pero en estos días, en que no he podido olvidar esa carita y escucho y leo noticias constantemente, pensé que en realidad, esa familia también era afortunada. En este mundo, en que diariamente escuchamos hablar de guaguas abandonadas al nacer, niños enfermos abandonados en hospitales y hogares, guaguas asesinadas por sus propios padres porque les quitaron su tranquilidad e independencia, y una píldora abortiva que en vez de enseñarnos a todos a ser responsables de nuestros actos, nos facilitan reparar los “errores cometidos”, nacer con alguna discapacidad física o mental, en una familia dispuesta a acoger a ese niño con todo el amor del mundo, es realmente nacer con la suerte de su lado.
La familia....


... los niños más lindos del mundo, como decía mi mamá... bueno, sabemos que no es así, pero al menos son MIS niños más lindos del mundo...

Orígen: bueno, Dictino Segundo (jiji, si, así tal cual) y Marcela Cecilia del Carmen (si, tb) no hallaron nada mejor que de extremos distintos del país irse a estudiar lo mismo a la misma parte... si, donde mejor?, Universidad de Concepción, Leyes... bueno, la historia dijo que se casaran y nos trajeran al mundo a mi y a mi hermanito lindo... (ahora que no me saca la mugre por supuesto), después la historia dijo otras cosas, pero son tema de otra conversación.

Yo, por mi parte, obediente pero no tanto, repetí la historia, Universidad de Concepción (grande!!!), pero Ingeniería Civil... y acá estamos, dos Ingenieros criando a una señorita que pinta para letras y arte por donde se la mire... y un jovencito que al parecer es un poco más cuadrado...

No serán a lo mejor los niños más lindos del mundo, pero si son exquisitos...

Esta es la Familia Ramírez Santana...


O sea, la familia de mi mamá.

Mi abuelito Lalo, Eduardo Ramírez Monsálvez, nacido y criado en Cañete, VIII región... Contador Auditor de profesión, trabajó muchos años en el SII.

Mi abuelita, Luisa Santana Oyarzún, oriunda de Curaco de Vélez, pequeña isla frente a Dalcahue... si, Chiloé.

¿Cómo se conocieron?, ni idea, ya le preguntaré a mi mamá o mis tíos... me imagino que en Concepción, ya que ella, en esos años, no encontró nada mejor que irse a estudiar... a la universidad... claro que hizo una excelente elección y se tituló de Química Farmacéutica en la maravillosa Universidad de Concepción, jaja, cosa seria la señora... a veces entiendo un poco mis genes...

En resumen, se casaron y tuvieron tres "retoños", mi Tío Lalo, mi Tío Gastón (soy su sobrina favorita, que conste, aunque también soy la única...) y mi mamá... la Marcelita, jiji, el conchito de la familia.

Eso por ahora... cuando tenga más antecedentes ampliaré esta parte de mi vida...

Esta es la Familia Niño Morales...


Es decir, la familia de mi papá... conformada por don Dictino Niño de la Horra y doña Rosa Estudemia Morales. Él, llegando de España con todo el familión, que no eran pocos, ella, directo de Gorbea, IX región.

De esta unión nacieron: Sonia, Rubén, Dictino (mi papito lindo), Carlos y María Cristina (Pocha). Además, con ellos crecieron la tía Edith y la tía María, o sea, eran hartos!!!

Instalados primero en Lanco, después se fueron a vivir a Villarrica, lo que me permitió pasar muchos veranos de mi vida hasta los 16 años más o menos en esa zona... la suertecita!

Historias de esta familia hay varias... anécdotas, más aún, de los internados, del campo, de los viajes eternos de la época... de nuestra vacaciones... ya habrá tiempo.

Día 5, Jueves 03 de Mayo




y se acabó la aventura... partimos el último día haciendo las maletas y dejando todo bastante ordenado para esperar a nuestro taxi que nos llevaría al aeropuerto a eso de las 7 de la tarde...
Así era entonces que teníamos que aprovechar las horas que nos quedaban... como se puede notar en los días anteriores, lo menos que hicimos fue comprar regalos, por lo que decidimos destinar un par de horitas del día a ese menester no menor... pero antes había que hacer otras cosas que aún sentíamos medio pendientes.
Partimos a conocer el Madison Square Garden, el mismo que el otro día vimos mientras comíamos, pero que no teníamos el valor de conocer en ese momento. Una vez ahí, nos dimos cuenta que el metro era una muy buena alternativa para llegar al Central Park, un poco más al norte que la vez anterior, y de esa forma cruzar al Guggenheim (otro museo) y caminar la 5ta avenida en sus sectores más reconocidos.
Partimos en metro entonces... bien feo y bien sucio, nada que no supiéramos antes, pero no es lo mismo que a uno se lo cuenten o verlo en la tele. Luego cruzamos el parque y llegamos al museo. A esas alturas las intenciones no eran recorrerlo, no teníamos tiempo ni valor... pero si al menos conocerlo por fuera. Luego cumplimos el último ítem del petitorio de la señorita Ica, que incluía tomar un helado de esos que venden en camiones, igual que en las películas!
Después, caminamos muuuuuchas cuadras para llegar al sector top de la 5ta avenida, con todos esos negocios de diseñadores, joyas, etc, que ni ganas dan de entrar a ver... too much. La verdad es que no son muchas cuadras, y seguramente las expectativas nuevamente nos hicieron esperar más cuadras y más negocios... pero igual eran hartas, y todo top...
Ya había pasado bastante del día, así que luego de almorzar muy tarde hicimos las compras de regalitos (los mínimos, sólo familia directa... creo que ya comenté que por respirar cobraban, verdad?) y nosotros todos por fin algo nos compramos, para recordar donde anduvimos no sólo por las fotos, jeje.
Así se nos fue el día, nuevamente comprobamos que después de las 6 de la tarde cuesta que pare un taxi, pero tuvimos algo de suerte y cuando ya nos habíamos resignado a caminar hasta el hotel (veníamos caminando desde la 90th y el hotel estaba en la 30th... aunque ya íbamos en la 48th!) paró un bendito taxi, con un chofer que para variar, hablaba menos inglés que nosotros.
Camino al aeropuerto nos dimos cuenta lo grande que era... y cuando ingresamos a la zona de embarque terminamos de comprobar lo brutos que son estos pobres gringos... tan cuadrados y poco flexibles, y miren quien lo dice. Hasta los zapatos nos tuvimos que sacar... me pregunto yo, qué tipo de cosas podría hacer un niño de 3 años con sus zapatos? Bueno, pero discutir eso y el traslado de líquidos, cremas y pasta de dientes en un bolso de mano con estos personajes era una pérdida de tiempo monumental... a sacarse los zapatos y a mandar el famoso bolsito de mano como maleta... total, ya nos veníamos de vuelta, sin novedades y con un cerro de recuerdos muy bonitos para todos.
Como le decía yo a mi pioja chica, si cuando yo me muera ella aún recuerda con mucho cariño estos viajes, entonces me doy por pagada....

Día 4, Miércoles 02 de Mayo




a estas alturas ya estábamos un poco cansados... pero aún así partimos esa mañana a conocer el MoMA, Museo de Arte Moderno. Partimos con el primero de 6 pisos... esculturas que la verdad no entendimos mucho... pero a medida que avanzábamos íbamos encantándonos cada vez más con tantas cosas interesantes. Un piso lleno de artículos de diseño que marcaron alguna época, otros que destacaban por lo originales, maquetas, dibujos, grabados, fotografía, incluso una exposición de comics... donde una pieza invitaba a imaginar que Jerry (si, el ratón que siempre le gana a Tom) saldría en cualquier momento a saludar desde la puerta de su casa...
Los últimos pisos estaban llenos de pinturas y esculturas que ni imaginábamos ver... partiendo por Picasso, van Gogh, Matta, Diego Rivera, Gaugin, Matisse, Klimt, Rousseau, Cézanne, Rodin, Chagall, Vasily Kandinsky, Miró, Andy Warhol... harto la verdad, cansador también, pero valió la pena.
Después de tanto recorrer, nos fuimos a almorzar... y luego un descanso previo a la última noche en NY.
Como ya se nos acababan las oportunidades, y la noche estaba despejada, decidimos que demorara lo que demorara, había que subir al famoso Empire State si o si, mal que mal, lo teníamos al lado... Para suerte nuestra, y contra todas nuestras predicciones, resultó que la espera estaba entre los 25 y 45 minutos... así que ahi estuvimos, hasta que llegamos al observatorio del piso 86. Ni hablar del primer ascensor... que subió los 80 pisos en un minuto... en fin, una linda vista de todo NY, que sirvió para coronar nuestro viaje. Por fin sentíamos que habíamos hecho todo lo que queríamos hacer.
Para cerrar el día, fuimos a reponer stock a M&M... jeje, con eso, y la guatita llena, volvimos a tomar un taxi amarillo que nos llevara de vuelta a descansar...

Día 3, Martes 01 de Mayo...




... que manera de caminar... decíamos internamente, parece que dormir no era suficiente... a las 9:30 estábamos sentados tomando desayuno, y ya estábamos cansados!
A todo esto, el día anterior nuevamente intentamos pasar al Empire State, pero seguíamos con las colas eternas. La primera tarea del día era aprovechar lo que nos quedaba de paseo en bus, así que a las 11:00 estábamos tomando el busecito. Esta vez nos tocó una guía medio chinita, que se creía divertida... nosotros entendimos poco la verdad, hablaba con mucho modismo, pero al menos contaba cosas que parecían interesantes durante el recorrido.
Hicimos básicamente el mismo recorrido del día anterior, aunque esta vez seguimos de largo hasta el central park. El Soho se veía mejor que el día anterior... de hecho vi el café donde trabajaba Felicity... luego los tribunales que veo en todas mis series de asesinos varios... el edificio del FBI (debo tener un problema...) el restaurant de El Padrino (aún no averiguo cual...) y el de Cuando Harry conoció a Sally (Katz... donde ella hace su numerito) y en fin... esta vez las Naciones Unidas tenía todas las banderitas... pero no pudimos pillar la chilena... al final nos bajamos en el parque. La chinita era bien fanática del cine y las películas, todo lo relacionaba con alguna... Decidimos caminar hasta el Museo de Historia Natural, es decir, de la 59th a la 81th... en el intertanto los gordos nuevamente "almorzaron pan con shalshicha..."...
Llegamos al Museo... que obviamente la chica cuestionó porque NO era igual igual que en la película... Una Noche en el Museo... que habíamos visto en el avión durante el viaje. La verdad es que era tan grande... que no logramos recorrerlo todo, pero algo se hizo. Todos quedamos impresionados con tanto animal y algunos tan grandes... el juanjo durmió remal esa noche. Algo me dice que tuvo pesadillas...

De vuelta tomamos por fin uno de los taxis amarillos, tarea que teníamos pendiente con una señorita... este taxi nos dejó nuevamente en Times Square... en Toys R Us, una pequeña tienda de juguetes de 3 pisos... con una rueda adentro... un dinosaurio en el tercer piso que espantaba a cuanto cabro chico pasaba por ahí , y muchos juguetes a buenos precios...
Bueno, como a la rueda no podían subir niños como el Juanjo sin un adulto responsable, la chica tuvo que acompañarnos... jaja, no... para mi desgracia, me TUVE que subir yo también! en el carrito de los M&M que el juanjo adora..
Para terminar la tarde, partimos en busca de una tienda de computación, en búsqueda de algunas cosillas...
En la noche salimos a comer, pero nos pilló la lluvia cerca del Empire State, que igual tenía cola... comimos ahí mismo y volvimos con nuestra lluvia al hotel. Tampoco era tanto, pero si desaparecen los taxis...

Día 2, Lunes 30 de Abril...




Bueno, segundo día ya más organizados... el día anterior habíamos notado entre folletos y caminatas, la existencia de unos buses de dos pisos que recorrían Manhattan por partes. Nos interesó uno, que recorría la parte sur de la ciudad. Había combos de paseos por varias partes, pero por las dudas... tomamos uno solo... La gracia estaba en que uno podía bajarse en cualquier punto señalizado y luego volver a tomar otro (tenían frecuencias de 10 minutos). Así entonces fue que pasamos por la calle Broadway al sur, por el Soho, por la pequeña italia, por los edificios de justicia, por la "municipalidad", por la zona cero, y finalmente, tras un cuarto de recorrido nos bajamos cerca de Battery Park, donde salen los barquitos a la Estatua de la Libertad.

Para allá partimos, con muuuuccccchhhhha más gente que iba a lo mismo. La verdad es que todos la imaginábamos más grande... como que se veía de cualquier parte de NY. Bueno, no es así, apenas se ve desde donde tomamos el barquito, pero es grande igual... y bonita. Además, el paseo hacia allá permite tener una perspectiva de Manhattan distinta... como de postal.

La vuelta fue más larga, el barquito pasó a la Ellis Island a recoger gente, que luego averigué tenía un museo de los primeros inmigrantes... ni ahí nosotros.

Llegando a tierra firme, partimos caminando a la Zona Cero, que está muy cerquita de ahí. Cuesta imaginarse los edificios que ya no están... como que uno espera un espacio aún más grande, no es que no sea así, pero las expectativas son distintas. Creemos que pasa porque hay tanto edificio alto... que todos impresionan igual. Pasamos al museo tributo a las víctimas del 11/9, un museo no muy grande, pero tiene la sensación de tristeza por todas partes...

El día se nos pasó volando... ni cuenta nos dimos y ya eran casi las 6 de la tarde, así que partimos a tomar el bus rojo al punto indicado. De paso, nos dimos cuenta que eso de las frecuencias era hasta por ahí no más... llegaron 3 buses juntos!, y luego varias veces nos pillábamos con otros por ahí... después de todo, recordé el transantiago... aunque acá no pasaban 40 minutos... En él seguimos nuestro recorrido, pasando por el muelle, luego por Chinatown, por East Village, las Naciones Unidas, aunque al parecer por ser domingo no tenía ninguna banderita. Luego por el hotel Waldorf Astoria... más elegante que no se que... por el Rockefeller Center (me acordé de Mi pobre angelito 2), varias tiendas "baratas" de la 5ta avenida, por el Central Park y su entrada sur, por el Carnegie Hall y finalmente nos bajamos en Times Square otra vez... ya que por la hora el recorrido había terminado.

Muertos de hambre (habíamos almorzado los típicos hot dogs gringos... malos... con la muestra de ketchup que también lo cobran... hasta el Juanjo lo devoró entero del hambre que tenía), pasamos a comer por ahí, y luego nos fuimos a pasear al Mundo de M&M. Estos gringos serán lesos y poco amables, pero pucha que le sacan el jugo a todo lo que tienen... y uno cae... nunca había visto tanto M&M junto... y uno se tienta... salimos con varias bolsitas de distintos tipos y colores, que duraron menos que un suspiro...

En eso se nos fue el día... a esas alturas yo calculo que ya llevábamos unas 80 cuadras caminadas... sin exagerar, aunque al menos son cuadras bastante más cortas que las nuestras... el gordo chico se durmió en su coche en el camino de vuelta, y los demás caimos bastante luego...

Aquí si que hay historia... y amistad de muuuuuchos años


... desde que teníamos sólo un dígito en algunos casos... dos en otros, pero de esos que empiezan con el número 1... osea, más de la mitad de nuestras vidas

Con unas hablamos más seguido, con otras no tanto, con algunas nos hemos reencontrado hace poco, pero pucha que las quiero... mal que mal, intermitentes o no, han estado siempre y en todas, presentes o de corazón... es cosa de ver las fotos no más... pasan las modas, pasan los cortes de pelo, cambian las caras y los lugares, nos hacemos más interesantes (jaja, viejas no, jamás!), pero son las mismas caras... son las mismas niñas lesas que nos disfrazábamos para hacer el loco, ganar un aniversario del colegio o simplemente para reirnos un rato... y nos seguimos disfrazando... para celebrar los cumpleaños!

Estas son mis amigas del colegio... no significa que no tenga otras, gracias a Dios tengo varias más... de diferentes etapas de mi vida, pero estas merecían el primer post de amigas... nada que hacer!

Marcia, Toty, Mimi, Lore, Pepi, Chincolita

Menciones honrosas...

Susana, mi gran amiga de la infancia, a quien he podido acompañar este último tiempo...

Coty, gran amiga de la adolescencia, pero seguimos iguales...

Sole amiga... amigas desde que yo tenía 15 días... la de las maldades, jaja, de las pocas embarraditas que alguna vez me mandé (etapa Chillán... para los peladores) la mejor fue juntas... jaja... mi mamá todavía se rie!

Keka, mi amiga seudo-hermana, que me acogió en su casita cuando me costó tanto salir de la mía...

Claudia... mi prima favorita, cuasi hermana mayor... cómo la echo de menos a veces...

Día 1, Dgo 29 de Abril...

Que viajecito... un poco largo no más, pero llegamos bien...

Una vez ya instalados en el hotel, mi primera misión fue recolectar todo lo que pareciese mapa, folleto, o lo que fuera que sirviera para organizar nuestros días, que como eran pocos, había que aprovecharlos al máximo. Así fue que saqué varias cosillas de la entrada del hotel.

Revisando lo que teníamos, nos dimos cuenta que estábamos muy cerca del Empire State, como 6 cuadras, por lo tanto, lo obvio era ir ahí primero. Salimos y altiro lo vimos.... tremendo edificio... típico de la tele! y partimos rumbo del primer objetivo, claro que ya como a las 8 cuadras nos entró la duda... como que estaba muy lejos... y habíamos visto otro parecido recién... bueno, en fin, sí nos habíamos equivocado... el lindo edificio que nos engañó era el de la Chrysler... así que media vuelta...

Para no perder las 12 cuadras caminadas, decidimos ir a comer algo mejor... conociendo lo que pudiéramos encontrar por ahí. Así fue como sin querer queriendo, nos encontramos con la Biblioteca Pública de NY, y como hacía pocos días habíamos visto El día después de Mañana, ya nos sentíamos como en casa! Obviamente entramos a conocerla... tremendo edificio super lindo y antiguo... ya empezábamos a sentir que en realidad estábamos en otra parte.

De vuelta decidimos conocer Broadway y Time Square... la calle por supuesto. Ahí nos dimos cuenta que estábamos muy cerca del Museo de Cera de Madame Tussauds... un descanso para los niños sobretodo, aunque todos lo disfrutamos mucho. A la vuelta sí pasamos por nuestro destino original, pero se estimaba una espera de entre 60 y 90 minutos... muccchhho

Luego de una siesta reparadora, nos decidimos a salir otra vez, rumbo a Times Square, pero ahora de noche. Nuevamente, oh ilusos, pasamos por el Empire State para poder subir a ver NY desde las alturas... además estaba iluminado de achul (como dice el Juanjo), igual a Shuperman, pero resultó que contra todos nuestros pronósticos, la espera ahora iba entre los 90 y los 120 minutos... y como a estos gringos fanáticos les gusta hace cola, se llenaba más y más... así que a Broadway los pasajes, conociendo lo más posible aunque por fuera no más...

Buscando qué comer en la noche (todo un tema la comida...) llegamos al Madison Square Garden, pero con el cansancio ni cruzamos a mirarlo, nos conformamos con verlo sentaditos mientras comíamos... ya habría otro día para eso!

Así se nos fue el primer día, con uno que otro desencuentro originado básicamente por la sensación de tener mucho que conocer en tan poco tiempo, y no saber cual era la mejor forma de hacerlo... pero el cuadradismo ingenieril de toda la familia nos permitió, aún dentro de nuestro cansancio, hacer un esbozo de todos los siguientes días, considerando las distancias y nuestra ubicación principal, que era el hotel.

A todo esto, se me olvidada comentar que la chica descubrió, para su felicidad y la de su hermano, que había Super Nintendo en la pieza... nosotros fuimos felices por 5 días... hasta que nos fuimos... eso será parte del final de la historia!

Acá también... tenemos años de amistad...

y así es no más, estas fotos muestran también las mismas caras en diferentes etapas o momentos importantes de nuestra vida como familia...
Años de estudios, carretes, certámenes, trabajos eternos, etc, pero lo mejor de todo es que hay años de amistad también, de apoyo y de compañía cuando se necesita, qué más se podría pedir?
Las menciones honrosas:
Xime, mi primera mejor amiga en la ciudad de Concepción, que me acogió como a una hermana... la vida nos junta de nuevo, que suerte la mía!
Pía, madrina de mi hija, apoyo incondicional en esos años de estudio... eso no se olvida nunca (tampoco el "oye niño")
Maite, inolvidable "gen chulo", ese día creo que te conocí mejor, jaja

lunes, enero 01, 2007

Niebla y Corral, ¡Que recuerdos!

Volviendo al tema vacaciones, mientras recorría los fuertes de Niebla y Corral, me encontré en un momento contándole a mi hija las pequeñas anécdotas del mismo viaje realizado hace muchos años con un grupo de amigas de la infancia… algo así como el círculo de hierro…


Verano de 1995, al sur los pasajes… las cuatro decidimos irnos de vacaciones por una semana al sur de Chile, esto era Valdivia, Puerto Montt, Puerto Varas, Frutillar y Chiloé. Todo esto con un poco más de 50 lucas por cabeza, un Subaru Justy de cuatro puertas y carpa, sacos de dormir, tarros de atún al por mayor y muchas galletas y papas fritas, gentil auspicio de una de las madres de estas aventureras en cuatro ruedas, y un cuchillo multiuso de la scout del grupo. Claramente, entre la carpa, los sacos y la comida, casi no había espacio para los bolsos, así que se definió llevar lo mínimo de ropa… y lo cumplimos. Aún así, cuando llegó mi papá y vió el auto cargado de esa forma contuvo la risa y después de un rato, me imagino que previa consulta a mi madre, nos ofreció que lleváramos la camioneta… muy gentil de su parte, considerando que la llenamos completa con lo mismo que llevábamos en el auto!.
Y partimos… las cuatro, con dos de nosotras autodesignadas como choferes y copilotos para toda la duración del viaje. Una no quiso manejar por nada del mundo, otra, aunque quería y la queremos mucho, no gozaba de nuestra confianza absoluta en esa tarea… lo que se confirmó cuando notamos al tercer día en Valdivia que todavía no se ubicaba ni en la plaza.
Dicen que el orden de los factores no altera el producto, así que no importa tanto que no recuerde exactamente donde alojamos primero y donde después, pero si recuerdo que al menos una noche fue en Ancud y otras en Valdivia. La carpa… bien gracias, fue de paseo, no hubo forma que la única con alma de niña exploradora nos convenciera de dormir en campings con baños de dudosa limpieza. Como mucho, usamos los sacos de dormir en la residencial que encontramos, a módico precio, con estacionamiento y un baño que aunque compartido, se veía bastante decente. Así, el cuchillo multiuso tampoco nos fue de mayor utilidad que para abrir los tarros de atún, pese al enojo de la dueña. Las otras noches en Valdivia, nuestro centro de operaciones, fueron costo cero, gracias a mi tío que vivía en esa ciudad durante la época escolar de mis primos.
Las lucas que llevábamos las usamos para bencina y peaje, un par de regalitos que llevamos cada una y una comida en un restaurante de Ancud. Los otros días nos salía el pan de molde con atún hasta por los oídos… las galletitas fueron la salvación. Pernas como nosotras solas, carreteamos casi nada, pero si conocimos mucho.
Bueno, el origen de mis recuerdos está en el paseo en el fuerte de Niebla con mi hija, hace unas semanas, en que mientras esperábamos a su papá que terminara de hablar por teléfono, me encontré escuchando disimuladamente la historia que contaba el guía a un grupo de niñas, como éramos nosotras en esa época. Al instante se me vino a la memoria ese viaje, en que con una de ellas tratábamos de seguir a un guía para conocer un poco la historia del fuerte, y también en forma disimulada, nos sentábamos cerca, escuchábamos una parte de la historia y luego nos hacíamos las lesas. Por supuesto, entendimos la mitad y cortado, pero a la vez nos reímos mucho.
El cruce en botecito a Corral fue igual de divertido… con terrores al agua incluidos. Una vez allá, vino lo mejor del viaje, la foto al turista desconocido, el único que concentró todas nuestras miradas y nos hizo por una vez en la vida estar de acuerdo en cuanto a gustos masculinos se trata. Junto con él, estaba el fuerte, el cual recorrimos ya más cansadas, y siempre concentradas en otra cosa…Nunca más salimos juntas de vacaciones, los años siguientes nos tenían preparadas otras cosas, pero todas guardamos muy lindos recuerdos de ese viaje, los que justamente están capturados en una foto que tomamos en el fuerte de Corral. En ese mismo lugar tomé una foto hace unos días, con mis hijos, para recordar como ha pasado de rápido el tiempo… y para enviarla a mis amigas del círculo de hierro, que siguen siendo las mismas.

Cruzando a Corral...

“Mira guatón, el agua, los co-co como se bañan en el agua, el barco chico que va pasando…”, en eso estaba yo, aplicando psicología materna con mi piojo chico para que se olvidara que íbamos en un botecito cruzando desde Niebla a Corral, ya que claramente no quería subirse… Llevaba ya más de la mitad del viaje hablándole incansablemente, para que se olvidara que no quería “baco ico” ni tampoco “baco ande”, es decir, no quería subirse a ningún tipo de barco, bote, transatlántico, transbordador, balsa, etc… cuando en eso, el niño que estaba frente a mi sentado durante todo el viaje, me dice “… eso es una corriente”, ¿??, “dónde, cuál, cómo???”, pregunté yo. “Eso de ahí”, me dijo, “esa línea en el mar que está cruzando el barco que va ahí…”. “Ah!”, dije yo, con cara de sorprendida… “y tú como sabes eso?”, “porque yo tengo un bote, y salgo a pescar con mi papá”. Ahí comenzó una conversación con este niñito, que tendría unos 8 o 9 años calculo yo, por el cual yo me había sentido bastante observada durante la primera parte del viaje. Yo pensaba que era por la cantidad de leseras que le hablaba a mi piojo, para mantenerlo preocupado de otra cosa, pero ahora pienso que debe haber tenido ganas de conversar no más, igual que mi amiguita anterior. Me contó de su bote, del papá en realidad, del que le quería hacer su mamá de regalo, más balsa que bote, por que “ella no tiene plata, pero se le ocurrió hacerme uno con una caja de plástico de las graaaaandes….”. Nos habló de los diferentes pájaros que veíamos, de la importancia de conocer las corrientes en el agua, y no se que más. La verdad, yo me dediqué más a observarlo mientras nos hablaba, medio tímido pero orgulloso de lo que él nos contaba, porque todo era nuevo para nosotros. Al llegar, me despedí, y le pregunté su nombre, “Ricardo”, me dijo, “Ah, Ricardo, un gusto conocerte, gracias por contarme tantas cosas, vives en Corral?”, “No, en San Carlos, un pueblo cerca de Corral”, “Ah… donde había otro fuerte antes?”, “Si, ahí, cuando vaya sólo pregunte por mi, por Ricardo, todos me conocen, ahí voy a estar yo”, me dijo, medio esquivando la mirada por su timidez. “Gracias Ricardo”. Así me fui a visitar el fuerte de Corral, pensando en cuán distintas eran las vidas de mis hijos, y la mía propia, a la de mi amigo Ricardito (mi hija se reía de mí porque le puse así). Él, hablando de barcos y cosas de mar que yo quizás nunca voy a saber, dueño y señor de su pueblo, donde probablemente no vive mucha gente, yo, de vacaciones por esos lados, sin poder decirle que cuando vaya a Santiago, pregunte por Consuelo…

Durante el almuerzo en la feria costumbrista de Niebla...

“Hola, yo me comí toda mi comida!”, escuché de repente… no sabía quién me hablaba ni de donde venia esa vocecita, hasta que de repente se asomó una cabecita muy bien peinada, en frente mío. Era una niñita muy pequeña, no debe haber tenido más de 4 años. Me seguía hablando, pero apenas se veía detrás del mesón en el que yo estaba almorzando y por supuesto, menos la escuchaba yo… esto de ser medio sorda, no lo hacía más fácil tampoco.
“Este vestido me lo trajo el viejito pascuero, y también ¿??, y ¿?? …. todo me lo trajo el viejito pascuero!”, seguía diciendo ella… poco entendí sobre lo que le había regalado, pero sí me di cuenta que eran varias cosas. Entonces, para responder sus intentos de conversación, sólo atiné a decirle que se habría portado muy bien entonces, porque no era fácil que el viejito trajera tantos regalos… todo, mientras intentaba ver de dónde venía ella, tan chiquitita y aparentemente sola. De repente me di cuenta que la miraban desde el mesón de al lado, y a la vez, ella me indicaba que su hermana aún comía… y estaba sentada justamente muy cerca nuestro.
Simpática la niñita pensé, mientras ella me seguía conversando. Honestamente, le escuchaba la mitad y le entendía menos aún, pero creo que pude hacer una conversación bastante coherente, y ella estaba muy entretenida conmigo.Cuál es la gracia de esta historia?, no mucha, sólo que en un momento escucho que le dicen “Consuelo, venga…”, “Consuelito, vuelva a sentarse”… y yo pensé “A mí no me están llamando…” así que pregunté a la hermana mayor que la venía a buscar, mientras ella bailaba cerca de mi mesa, “¿se llama Consuelo?”. Si!!!, me dijeron todos a coro… “Ah!!”, contesté yo, “Yo también me llamo Consuelo!!!, con razón que la encontraba tan simpática”, risas generales, por supuesto… Después intenté volver a llamar su atención, pero me di cuenta que la palabra “tocaya” no significaba nada para ella. Por mi reacción, durante el día me di cuenta que pocas veces me encuentro con alguien que se llame igual que yo…