Día 8 (dom 05 de julio): hoy no hubo desayuno en la cabañita bonita... aprovechamos los pancitos y cosas que quedaron la noche anterior. Hasta mashmellows comimos, claro que no asados... Hubo café si, comprado, of course...
Después de comenzar a ordenar, y eso implica obviamente desarmar carpas, desinflar colchones y volver a cargar el auto para que todo quepa, nos fuimos... Ya habíamos decidido, contra la voluntad de la anfitriona (bien en contra), que volver por el lugar definido en el itinerario era largo y cansador... Por más que insistió, y me atrevería a decir que se amurró un poquito, nos volvimos "por donde mismo nos vinimos"... pero esta vez los ferries se tomaban todos el mismo día.
No esta demás decir que los domingos de verano son iguales en cualquier parte del globo terráqueo... todos vuelven a la misma hora. Esto se tradujo en harta espera en todas partes... Primero el ferry que nos llevaba a la isla de paso... casi una hora esperando en el auto. Al menos la caida de un niñito desde un árbol (como habrá estado de aburrido el pobre) nos amenizó el rato... no es por crueldad, pero nos distrajo y de paso nos dió tema para el resto del día. Se sacó la mugre el cabro y al parecer ni las gracias les dió a nuestros caballeros armados que saltaron del auto a ayudarlo. Sigo dudando si fue de verdad por ayudar al niño o por impresionar a la copiloto del auto de atrás que se paseaba y paseaba por al lado nuestro, y que al parecer también tenía "grandes atributos" de solidaridad... también se paró corriendo a mirar, aunque no ayudó en nada...
Para reducir tanto embarque, hubo otra variación a la ruta. En vez de hacer exactamente el mismo viaje de vuelta, se decidió tomar el tercer ferry de vuelta desde una ciudad que queda antes de Victoria. Eso significaba reducir el viaje en auto, pero aumentar el viaje en ferry. Con lo que no contábamos era que muuuuuucha gente volvía también por ahí, y cuando llegamos a las 3 de la tarde más o menos, nos encontramos con una cantidad de autos y una par de estimaciones que decían que antes de las 5 con suerte no nos embarcábamos... De no entrar en ese horario, que nos esperáramos sentaditos hasta las 7...
Ahí no más fue que me vino uno de esos tan conocidos como "deja vú"... Si no me dió ataque no más fue porque soy medio contenida (lo que estira el chicle no más por supuesto)... después de estar varados un día entero en el aeropuerto, tres horas más eran soportables. De todas formas si me anduve separando del grupo, por muy soportables que fueran, no podía dejar de sentirme como animal enjaulado... además esa impotencia de no saber si en el que viene te vas a poder subir o no... entre andar mal genio con todos, mejor andaba mal genio conmigo solita no más...
El que no me dejó a sol ni a sombra fue mi Juanjo... el pobre, harto menos complicado él, me acompañó en el auto, cuando yo ya no era capaz de ir a sentarme al terminal... de puro ver algo parecido a un aeropuerto ya me tenía enferma... No hubo caso de convencerlo que fuera a comer algo con todos, el ahí firme, se quería "quedar con la mamá", y con una sonrisa de oreja a oreja...
Finalmente, nos fuimos en el de las 7 que para más remate venía atrasado así que en realidad fue a las 8... No sin que la Xime reclamara que de haber seguido su plan inicial, habríamos estado en la casa hacía rato ya...
Finalmente, nos fuimos en el de las 7 que para más remate venía atrasado así que en realidad fue a las 8... No sin que la Xime reclamara que de haber seguido su plan inicial, habríamos estado en la casa hacía rato ya...
El viaje efectivamente fue más largo, pero no se notó tanto. Los niños jugaron harto, nosotros recorrimos un poco, y la vista era hermosa... hasta un par de algo parecidos a delfines vimos saltar por ahí. No sé realmente qué eran, pero da lo mismo.
Por fin tierra firme... llegamos y el Juanjo se quedó dormido en el auto, estaba cansadísimo... el pobre se perdió su luna, que tanto le gusta. Estaba casi llena, linda como ella sola, como siempre... desde cualquier parte que uno la vea.
En la casa revisamos el itinerario original, ajustamos los días para lo que nos faltaba por hacer y muy a disgusto de quien lo elaboró, tuvimos si o si que eliminar algunas cosas... o dejarlas por si alcanzábamos... La idea era evitar el síndrome City Tour, al final de cuentas, estábamos para conocer... bajarse para la pura foto no siempre es entretenido.
Nos fuimos a acostar sin saber si habríamos llegado antes o no de haber respetado el paseo inicialmente pensado... pero sí con la certeza de que con todo lo que habíamos hecho, era más que suficiente.