miércoles, febrero 03, 2010

Los libros

¿Dije alguna vez que me gustaba mucho leer? Si… seguro que lo dije. En esta época es cuando más puedo leer también. De hecho, no concibo la playa sin libros… no hay nada más fome que tomar sol mirando la nada misma, y no hay nada más entretenido que tomar sol leyendo un libro, y uno de esos que me gustan tanto, novela negra en lo posible.

Y entonces, ¿por qué la generalidad de las personas no lee nunca?, y lo que es peor, ¿por qué derechamente dice que no le gusta?. A mi cuesta entender que no les guste… cuando me pesca un libro me cuesta mucho dejar de leerlo… hacer cualquier otra cosa cotidiana ya me complica porque significa quedarme con la curiosidad de lo que va a pasar luego… una página más digo para mis adentros, pero parece que es peor porque más interesante se va poniendo.
Reconozco que hay unos que son “ileibles”… no ilegibles… sino que de verdad no hay como (acabo de inventar la palabra, no es que crea que está bien). No sé si están bien o mal escritos, pero si no logro interesarme en lo que viene, para mi ya no es un buen libro.


El fin de semana debatíamos sobre el tema con mi familia, todos buenos lectores. Ninguno tiene muy claro por qué unos si y otros no… tampoco sabemos si la educación respecto a la lectura hoy es mejor que antes o no. Yo al menos celebro que desde que los niños no saben leer aún ya les tengamos que inculcar el hábito.

Yo siempre he pensado que es un hábito… como lo es hacer ejercicios para algunas personas. A mi ese hábito no me lo inculcaron y eso que mi papá también fue un gran deportista, pero cuando colgó las zapatillas de basketball, mantuvo el amor por los libros, y ese si lo viví yo y mi hermano.
No tengo muy claro como llegué a leer mucho, pero cuando hago memoria y busco explicaciones, lo único que tengo claro es que siempre tuve un libro a mi alcance, y uno para mi especialmente, nada de novelas fomes o de adultos, sino que libros con temas y ediciones especiales para niños. Si no era un libro, era una revista o un condorito. Así de paso, incorporé el diario de todos los días, sobretodo en vacaciones… el diario pasaba de mano en mano, mi papá, mi abuelito y yo (a veces pienso que leo lun porque era el diario que siempre compraba mi abuelito, cuando aún traía noticias...).


En mi casa nunca se discriminó por tipo de lectura, al contrario… lee lo que te guste, con tal de que leas… Así fue que descubrí mi pasión por la crónica roja, novelas policiales, de misterio, y aparecen en mi día a día personajes como Sherlock Holmes con Watson siempre al lado, Miss Marple, Hercules Poirot y su amigo Hasting. Incluso alguna vez encontré en mi casa un libro amarillo con letras grandes negras y rojas que relataba los casos más impactantes de la crónica roja chilena… Era chica (de edad)… me miraron no más, pero al final de cuentas, era tanta mi fascinación por el libro que no me dijeron nada, más allá de mirarme y seguro preguntarse si tendría algún problema más profundo…

También contribuyó un profe del colegio, un abuelito que era escritor también, que me hizo clases 3 de los 4 años de enseñanza media. El viejito nos daba un listado gigante de libros y podíamos elegir… ¿qué mejor?, una vez hasta diserté de los ovnis y las pirámides que leí en un libro de misterios. No me dijo ni pío, jamás lo miró en menos y al contrario, más barra de la que me tenía ese profe sólo debe haberme tenido el de matemáticas… a lo mejor la única que encontró que eso era bueno soy yo, bueno, seguro la base ya la traía de la casa.

Mi papá también lo traía de la casa, está claro, en los veranos con mis primos nos peleabamos las revistas y las selecciones del reager digest, y las novelas cebolla con mi prima ni decir…
Supongo que por todo esto y mucho más que no recuerdo, es que desde que la chica es pequeña he tratado de copiar el modelo… mi papá ya le regalaba libros de guagua cuando la pobre apenas tomaba su mamadera. Nuestras visitas a las ferias del libro infantil ya son institución, ella misma se preocupa de saber cuando empiezan… ahora que está más grande, le está echando el ojo a las del libro usado también. Yo me alegro, ella cree que es mala para leer, pero no… Un día me dijo que ella no era buena para la lectura, que sólo le gustaban los libros de vampiros que ahora están tan de moda… yo le dije que no, que daba lo mismo lo que leyera, pero mientras siguiera devorando esos libros como lo hace ahora, donde no alcanza a terminar uno y ya quiere tomar el siguiente, yo sentía que la mitad de mi pega en esto estaba cumplida…


Con mi gordo estamos aplicando la misma técnica, mucho libro de niños, de aprendizaje y de dinosaurios… por qué no? A mi me cargan, pero él los ama, y si eso sirve para que él hojee libros y cuente los días para aprender a leerlos solo, ya tenemos una gran parte del camino avanzado. Más adelante serán otras cosas, a mi me da lo mismo si leen el quijote algún día o no, lo que me interesa es que lean constantemente y que lo disfruten. Eso, les va a servir para encontrar nuevos intereses y temas y sin querer queriendo, siempre tendrán un libro cerca.

Durante la conversación familiar, mi cuñadita inteligente y mi hermanito a la par, sacaron una conclusión. Ellos también leen lo que les gusta no más, pero leen, y la explicación de ellos es que parte del hábito adquirido tiene una componente afectiva y emocional. Así como hay gente que odia leer porque fue una obligación en el colegio, nosotros no relacionamos los libros con eso, sino con algo que nos trae buenos recuerdos y por eso seguimos leyendo, ya que experimentamos una sensación cómoda y agradable, quizás en el fondo, asociada a un recuerdo.

Puede ser, yo por lo menos no puedo dejar de asociarlos con esos días en que llegaban dos encomiendas a mi casa, una a nombre de mi papá y otra a nombre mía. Decía Remitente: Editorial Andrés Bello. Venía su libro mensual, y el mío de una edición de niños. Tampoco olvido cuando llegaba con el Pato Donald o el Condorito, o con dos… para que con mi hermano no pelearamos. Qué decir de las lecturas nocturnas con mi prima, en nuestras vacaciones cuando ambas nos enamorábamos de todos los protagonistas de las novelas de Corín Tellado y sus imitadoras. Soñábamos con ser esas chicas estupendas, de pelo largo y hermoso, ojos verdes, independientes que les llovían los pretendientes y conocían al hombre perfecto cuando menos se lo esperaban.
Cómo olvidar esas noches que me quedaba hasta las tres de la mañana leyendo novelas de misterio y no podía dormir del puro susto… pero ahí estaba mi hermano, en la cama de debajo de la litera… durmiendo como lirón y yo pensaba que si nos pasaba algo, nos pasaba juntos.


Antenoche, cuando acostaba al guatón, me recordó que le leyera su cuento nocturno… Cuando se me ocurrió comprarle su cajita de cuentos cortos lo hice pensando en que necesitábamos incentivos para que se durmiera solo en su pieza, pero esa noche me di cuenta que no sólo eso le estaba enseñando, sino que también estaba generando para él un recuerdo afectivo importante… Seguro se va a acordar cuando crezca, de los minutos sagrados que le dedicaban sus papás y su hermana para leerle un cuento, y de paso, lo asocie al placer de leer un buen libro…

1 comentario:

claudia dijo...

pucha amiga, la verdad me encanta como escribes, cada palabra que leo me provoca una sonrisa. Creo que muchos leemos a veces para no estar tan solos, para enamorarnos de los personajes de los libros, para soñar, bueno.. para tantas cosas.. espero con todo mi corazón que la capaña que estás llevando sea para que muchos otros se encanten con este maravilloso placer...