jueves, septiembre 13, 2007

Historia del mar


Lunes 22 de Enero del 2007... Qué vista... no se por qué pero observar el mar, ver cómo se mueve y escuchar cómo rompen las olas, me produce una sensación de tranquilidad muy difícil de explicar, incluso en estos días en que el sol se esconde tanto que parece indefinido, creo que más me gusta ver el más, o más bien observarlo, que no es lo mismo.
Es raro, porque en realidad a mi el mar me da miedo, no cuando lo veo, pero si cuando he navegado en pequeños botecitos o lanchones me produce una sensación de angustia bastante fuerte. Imaginar lo que no veo, ahí en el fondo del mar, ese espacio oscuro que no es posible saber dónde termina... me aterra!, pero sentarme aquí a ver como las olas rompen una y otra vez incansablemente y siempre de una forma distinta no me produce ni una gota de aburrimiento. De hecho, ahora mismo al estar escribiendo esto, siento que me pierdo justamente lo que vine a buscar, la paz y tranquilidad que siento cuando puedo estar cerca del mar.
¿Le pasará lo mismo a las gaviotas que están acá en la orilla observando al mar? me da la impresión que se hipnotizan mirándolo, pero debe causarles cierto temor acercarse mucho cuendo está así de enojado, y no son pocas...
Los últimos quince años de mi life he venido a esta playa a observar el mar. Acá también me ha tocado vivir una gran parte de las cosas más importantes que me han sucedido en esos años, y todavía recuerdo la primera vez que vinimos, cuando me enamoré de este lugar y le pedí por favor a mi mamá que considerara la opción de cambiar de lugar de veraneo. Gracias a Dios me escuchó, porque aunque en estos últimos años ha llegado mucha más gente a disfrutar de esto, algo tiene esta pequeña pero temperamental playa (cualquier semejanza con alguien es mera coincidencia...) y es que de alguna forma se las arregla para dar la impresión que uno acá, mirando el mar, sigue absolutamente solo.

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