viernes, febrero 20, 2009

Una mañana cualquiera en el centro de Santiago

Caminando por la calle Serrano casi al llegar a la Alameda, en dirección sur a norte, como cada mañana de esos días que me corresponde ir al centro de nuestra ciudad por trabajo, me encuentro con algo que no ha dejado de llamar mi atención.
Siempre a la misma hora, muy temprano, cuando aún el bus que espera niños fuera del hotel no ha llegado, cuando los negocios no han abierto y ya se empiezan a ver las colas de las personas que quieren pagar en el servipag de la esquina o hacer algún trámite en el ministerio de vivienda, justo al frente de este hay un señor que ordena sus cosas y barre con mucho cuidado y dedicación un espacio de la calle.
Algunas veces lo veo desarmando su carpa, otras ya guardando sus últimas cosas, o bien ya con la escoba en la mano y todo asombrosamente ordenado en una banca de cemento cercano. Cuando voy muy atrasada, ya no queda ninguna señal de que alguien parece dormir ahí cada noche, justo en la puerta de una librería religiosa, debajo de quizás el único techo que hay en esa cuadra, a excepción del hotel…
Tanto así llama mi atención que muchas veces he querido parar y hablarle…


- “Hola, buenos días Don…”
- “Fidel, hola señorita, mi nombre es Fidel”
- “Hola Don Fidel, yo soy Consuelo. Disculpe que lo interrumpa, pero yo paso por acá de vez en cuando y de a poco he ido notando que usted cada mañana limpia y ordena con mucho cuidado esta parte de la calle, ¿usted duerme acá?”
- “Si, todas las noches, desde hace mucho tiempo ya”
- “Y perdone Don Fidel que siga preguntando, pero, imagino que usted no tiene una casa, ¿verdad?”
- “La verdad es que no tengo. Alguna vez tuve una, pero por problemas de la vida ya no es así.”
- “Que pena Don Fidel, usted se ve muy ordenado y responsable, no como una persona que acostumbra a dormir en la calle. Incluso a veces he alcanzado a ver que usted tiene una carpa donde duerme.”
- “Así es, es lo poco que tengo, y lo cuido mucho.”
- “¿Y nadie le ha dicho nada porque duerme acá cada noche?, ¿nadie de la librería o del ministerio?”
- “Un tiempo se molestaban, pero la gente de la librería me autorizó a dormir acá porque a ellos no les molesta. Por eso yo cada mañana levanto todo y limpio, para que ellos puedan trabajar sin problemas. Son los únicos que me han permitido dormir bajo un techo y protegido, aunque duerma en la calle.”
- “¿Y qué hace con sus cosas durante el día?, ¿tiene familia?, ¿qué hace para sobrevivir?”


Esas preguntas quedaron sin respuesta… porque no soy nadie para inventarle la vida a una persona… con suerte me puedo imaginar una parte.

Quién sabe, quizás algún día me animo y de verdad le hago la primera pregunta a “Don Fidel”… porque el miedo que tengo a sus respuestas, hasta ahora, ha sido siempre más fuerte…

No hay comentarios.: