viernes, marzo 20, 2009

... ¿Seguridad Ciudadana?...

Jueves 19 de marzo, chica adulta joven, crespa y medianamente peinada va de la peluquería, casi en las faldas de un cerro enclavada, rumbo a encontrarse con su padre, en un pequeño hotel de santiago. La niña es invitada a tomarse el aperitivo con su padre y sus tías, todos jueces de policia local que viajaron a un curso del área. El papá ofrece jugo, porque la niña está manejando, cree ella, y seguirá manejando rumbo a un carrete previamente concertado con sus amigas universitarias, ese carrete ya instaurado como Club de Mafaldas que cada mes está más entretenido y llenos de regalitos sorpresa.
La chica, que anda con new look y sabe que todos le harán comentarios al no ver su característico pelo crespo, se despide de su papá y tías y parte rumbo a borde río a encontrarse con sus amigas, que entienden su retraso porque saben la alegría que es ver a sus padre de visita por estos lados. cuatro chicas que pudieron llegar en esta oportunidad se rien y celebran las buenas noticias de una de ellas. Comen, y en un ritual recién ingeniado se entregan los regalos. Saben que hacen el ridículo y que se rien muy fuerte, pero no les importa, porque lo pasan bien juntas y tienen un espacio de amistad y confianza que ha traspasado el tiempo y los lugares. Con un par de aperitivos en el cuerpo cada una, también las risas se pueden exagerar. No importa dice una, total yo manejo... mentira dice la chica que venía de ver a su papá, todas estamos manejando. Más risas... Nos vamos temprano, porque una ya venía enfiestada del día anterior. Las otras solidarizan, y la chica medio lisa medio crespa aprovecha la oportunidad de unirse nuevamente a su padre y tías, pero esta vez acompañados de su hermano y cuñada. Vamos atravesando santiago de nuevo, y se da cuenta de lo fácil que puede ser pasar por ciertos lugares cuando ya la locura de salir de los trabajos ha pasado... Esta vez no le ofrecen jugo, esta vez pide cerveza. El rissotto marino da sed... La locura de ir de allá para acá en menos de 4 horas también. Pero vale la pena... se ríe, conversa, escucha, comparte con gente que quiere mucho y que son y han sido siempre parte importante de su vida y su historia.
Casi media noche, hora de volver como le dijeron a la cenicienta... La chica retoma el camino a su casa, ya no hay más paradas intermedias, además ya está un poco cansada también. Va la niña manejando su fiel autito, y pensando que en esa calle amplia y bien pavimentada que invita a apurarse es mejor que el resto la adelante no más, nunca se sabe cuando un señor de verde puede estar por ahí esperando que sobrepase el límite urbano establecido. Ya le pasó una vez, hace un tiempo atrás... también venía de ver a sus amigas del círculo de hierro... las del colegio. Esta vez no podría presentarse frente al mismo juez, misma comuna, con sus lecciones de código del tránsito bien aprendidas. Una vez pasa, dos... es mejor pagar multa y quedarse sin licencia unos días...
Parece que adivina, porque alcanza a divisar luces de colores que llaman demasiado la atención, y a una velocidad razonable alcanza a darse cuenta que aún bajo el límite, igual no más, un señor de verde con cosas blancas la invita a estacionar en su pista derecha... Ella piensa... dos Kir y una cerveza... mmm, el problema puede ser el olor a cerveza... menos mal que antes me invitaron un jugo...
"Buenas noches, su licencia por favor"... mmm, "Buenas noches, altiro, pero me tengo que bajar". Por mientras detiene el motor, saca la llave y se baja, otro auto se estaciona detrás de ella. Abre el portamaletas y busca su licencia en la billetera dentro de la cartera. El amable señor, que era más joven que señor, la revisa y anota su nombre y rut en una hoja blanca con muchos nombres y ruts... "Muchas gracias, puede seguir". "¿Eso no más?", pregunta ella, cuidando la lejanía por el olor a cerveza y con un tono como de desilusión... Tanto ajetreo para mostrar la licencia...". A lo mejor, piensa ella después, le bastaba con revisar si era donante de órganos no más, como lo hizo unas horas atrás con sus amigas ella también. No sabía que la licencia indicaba que ella sí era donante...
Mientras guardaba su licencia en la billetera, dentro de la cartera y trataba de cerrar la cartera y el portamaletas, el señor le dice "Tan escondida que tiene la licencia...", "No es la licencia" dice ella, canchera, "La escondida es la cartera"... "Para que la esconde tanto...", "Porque vivo en huechuraba... pedro fontova con vespucio...", "¿Y qué anda haciendo por estos lados entonces?", "Viendo a mi papá que viajó del sur, y quien sabe cuando pueden romperle el vidrio a una..." contesta ella, con su mejor cara de ciudadana responsable y que se hace cargo de su seguridad... "Pero cuando la metan a usted en el portamaletas van a encontrar igual la cartera...", "Si, seguro...", contesta nuevamente, aunque esta vez sólo por seguir su naturaleza... siempre contestar... "Pero al menos que les cueste un poco más robarla...", "Si, al menos se lo hace más difícil, que llegue bien", dice el niñito de verde... porque a estas alturas, a la chica le parece que es sólo un niñito disfrazado de carabinero...

Seguí camino a mi casa... pensando que para la próxima será sólo kir mejor... la cerveza definitivamente es muy olorosa y requiere maniobras especiales... pero al final de cuentas, también me fui pensando en que haga lo que haga, los cuidados personales siempre serán pocos... porque si el carabinero, en vez de felicitarme por seguir las instrucciones que dan siempre en las noticias, me dice que la van a pillar cuando me escondan en el maletero... entonces me queda claro que ellos también creen que cualquier cuidado o prevención que uno pueda tomar, nunca es suficiente...
¿Tan mal estamos?

No hay comentarios.: