jueves, marzo 12, 2009

El mechoneo... varias veces

Las coincidencias de la vida me llevaron a este tema... hace tiempo me acordé de mis aventuras, pero encontré que estaba a destiempo, era como mitad de año... ahora, que si cuadra, además se condice con mis últimas aventuras de colon... si la doctora leyera esto probablemente me creería que viene de hace mucho.
La primera vez fue acá mismo en Stgo city, cuando se me ocurrió estudiar arquitectura en la Chile. Bien aconsejada, me vine con pilchas vieeeejas, aunque trapera en esa época tampoco era.
El problema fue que pasó casi un mes y nada... ya estábamos chatos de venir con la misma ropa siempre, esperando perderla definitivamente. Al final nos aburrimos y decidimos darle un respiro a los pantalones que se paraban solos... obviamente los de segundo esperaban que nos relajáramos... y así no más fue. Un día, estábamos en el primer piso en clases, cuando nos llega el rumor de que venían a mechonearnos. Parece que calcularon medio mal, porque estábamos justo sin profe y en menos de un abrir y cerrar de ojos se esfumaron todos... me incluyo. Yo me subía a la ventana y salté apenas pude, y no está de más decir que la falcultad era un recinto militar muy antiguo, y las salas de abajo eran los dormitorios. Piezas muy largas, con puertas en ambos extremos, techo altos y muchas ventanas acorde... es decir, altas y largas... las puertas daban a un patio interior y las ventanas al corredor externo, pero aún dentro de la facultad... a esto agregar que había rejas para cerrar en las noches los accesos por Portugal, Marcoleta y Diagonal Paraguay... tremendas rejas...
Así no más que alcancé a saltar, la más diestra, y a correr sin mirar atrás... cuando iba llegando a la reja, medio cuerpo adentro medio afuera siento que me tiran... uno de segundo... con más fuerza que yo por supuesto. A lo único que atiné fue a seguir tratando de soltarme y apelar mis dotes actorales... y de paso adelanté el horario de mi pasaje en tren a mi casa como 5 horas... Le lloré que tenía pasaje en tren a la 1 y media (era a las seis y media en realidad), y que me quería ir a mi casa porque echaba de menos a mi familia (que era cierto también), que por favor me soltara porque no tenía plata para cambiar el pasaje... Bueno, me salvé enjabonada... aunque creo que fue más por buena onda que porque lo haya convencido mucho.
Cuando volví de mi casa, me contaron que agarraron tan poca gente que los soltaron y ya vendrían de nuevo por nosotros... y así fue... pero estaban harto más preparados, y lo hicieron en medio de una clase, en la misma sala. El problema es que lo anunciaron con sonidos de tijeras, gritos y harto ruido... que ahora se vengaban. Yo, que soy miedosa, asquienta y además me enferma el ridículo, empecé a pensar como me salía de esta. Sentada en primera fila más encima, al lado de una puerta, tenía pocas opciones de escaparme. Cuando ya era harto el show, me empecé a poner nerviosa en serio, y no encontré nada mejor que exagerar un dolor de colon de puros nervios frente a mis amigas y la profe de turno. Que me dolía la guata, que el colon, que me iba a desmayar más o menos... la presión ni decir... cuento corto, la profe se apiadó de mí y me sacó de la sala, entre medio de todo el despelote como caso especial... me llevó a mi y a mi dolor intenso hasta la misma reja de donde me había zafado la vez anterior, y apenas llegamos me dijo: ya, ándate mejor y corre. Parece que no actúo tan bien como creo, pero si no fue eso, sentarse adelante al menos de algo sirvió... Después me contaron de la que me había salvado.
Al año siguiente (si pu, si de ahí me fui en junio... no era lo que yo quería, aunque aún no se lo que quiero, jeje), se venía la misma cosa... universidad nueva, carrera nueva, y compañeros más brutos... esta vez era ingeniería. Acá las advertencias eran fuertes, al punto que para la inscripción de ramos me mandaron escoltada con dos amigos del pololo de la época, y con varios datos... es decir, los típicos trucos...
Los tres íbamos bien entrenaditos, y cuando nos dimos cuenta que la cosa era en una sala del subsuelo del edificio de química, entendimos que la cosa no iba fácil. Ya nos habían dicho que apenas termináramos saliéramos volando, porque cuando llegaba el tipo del centro de alumnos a dar la bienvenida, ya estábamos fritos... y eso que las clases aún no comenzaban. Así no más fue, estábamos terminando cuando se aparece uno con cara de bueno pero ojos de malo, habla con el profe y le pide que lo deje hablar un rato. Empieza el discurso y nosotros tres nos paramos, muy maleducadamente y salimos rapidito. Me acuerdo que subí y bajé escalas, y claramente no salí por donde habría entrado. Después de eso, corrí harto también, más encima, para el lado contrario, porque yo justo vivía al fondo de la U. Los amigos escoltas al final me dejaron en la casa, contentos por la avivada. No se si mechonearon mucho ese día, porque en ese horario éramos pocos los nuevos y no muchos los viejos, pero no me importa ni me iba a quedar a averiguarlo.
Como escaparse tres veces ya era mucho, decidí ser más inteligente para la primera semana de clases... evaluando opciones, entendí que corro poco, lento y me canso altiro. Ya no habría profe paleta que me salvara ni horario de tren que apelar, acá los buses salian a cada rato y nadie tenia el pasaje comprado. Por último, ya era mi segundo año de U, aunque en otra parte, así que me boté a huelga, como otras veces, y me salté en protocolo.
A la semana siguiente, cuando volví de mi casita, conocí a grandes amigas que mantengo hasta hoy, con lapsus de tiempo y todo, pero hoy están, y gracias a ellas me enteré que no me había perdido nada más que el capítulo de lógica en cálculo... del resto, había sido bueno no haber estado....

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