martes, junio 16, 2009

La tarde del domingo

Me gustan los domingos en general... desde que era pequeña. Normalmente significa dormir hasta más tarde de lo acostumbrado, almorzar tarde y rico, bien tarde... bien acompañados o solos, no importa mucho, y tipo seis ya es hora de leer o hacer cualquier cosa sin importancia, y sin cargo de conciencia.
Este domingo fue un poco igual, pero un poco distinto también. Aproveché que una de mis amigas del alma está acá en chilito para juntarnos a almorzar. Los tiempos, las situaciones, las responsabilidades y las vidas de cada una de mis amigas y me incluyo, ha hecho que no podamos juntarnos con la frecuencia que quisiéramos. Me cuesta mucho menos con otras amigas, como las de la U y de las pegas anteriores, pero eso no significa que sean menos amigas. Al contrario, a lo mejor eso hace que hablemos con más frecuencia y nos llamemos sin motivo aparente. Basta con decir "Hola, era para saber cómo estabas...".

Bueno, se dió la oportunidad y aprovechamos de juntarnos este domingo. Yo aproveché también de invitar a mi hermano al café, para que conocieran a los mellizos (alias gordos ricos también).
Finalmente, llegó mi mamá también...

A dónde quiero llegar con todo esto?, a lo que esta mañana mientras iba camino a la pega recién entendí... O sea, ese día lo pasé demasiado bien, me reí mucho, aprovechamos de felicitar a la recién casada (se viene la fiesta Mimi!!!), de aleccionar al novio, de molestar a la Marcia, de interrogar a la Lore, de reirnos de todos nosotros... nadie se salvó... ni la taza que quebró mi sobrino (culpa de la tía descuidada...)... en cada instante me daba cuenta de como lo estaba disfrutando, aunque llovía, aunque el almuerzo salió tarde, aunque comimos demasiado, aunque el día estaba feo... en ciertos momentos me desconcentraba y veía el comedor lleno... todos apretados junto a la mesa... pero nadie estaba incómodo.

Hace mucho tiempo no tenía una sensación parecida, no porque no lo pase bien en otras oportunidades (hablan con Miss Pelusa... donde cae se las arregla para revolverlas piola...), no, para nada, es que esta vez fue distinto, y hoy me cayó la teja... Fue la escena más parecida que he vivido a lo que eran las tardes en mi casa en Chillán... en El Paso el Gato...
La lluvia, el almuerzo, las tallas, las risas, la vista del patio y el agua de la lluvia que caía sobre las piscina... pero por sobre todo, las personas... La Mimi y su recién estrenado marido, mi amiga siempre centrada, contenida, y con más paciencia que yo, y su acento que aún no se va por completo después de 20 años... La Lore, artista, esotérica, amorosa, siempre tiradora para arriba y pasa piola con sus tallas al hueso... La Marcia, divertida, cabra chica, inconclusa, buena amiga, desordenada y más despeinada que yo... en todo sentido... Completaba la escena mi cabeza de pollo, mi mamá y mi hermano, la llenaban aún más, sus gordos y mis gordos... con tal escenografía, montaje y actores, se nos pasó volando la tarde del domingo.

Peco de gula, pero creo que sólo faltaron las sopaipillas y mi papito lindo...

No hay comentarios.: