jueves, junio 11, 2009

Llegó el virus...

Hace unas semanas me daba como lata ser tan autoreferente, pero ayer cuando vi que los blogs que se publican en la tercera eran aún peores, encontré que estaba puro leseando no más, al final de cuentas, el blog es mío… no es de circulación ni interés nacional como un diario y por último, más autoreferente que tener un blog dedicado a uno mismo no se puede ser… fin de la discusión conmigo misma… así que vamos contando lo que quiera contar.

Esta vez es la oportunidad de la famosa influenza porcina, ah1n1, humana, como quieran llamarla… a estas alturas da lo mismo porque me tiene la paciencia más arriba de la cabeza (no es mucho claro…)

Hace exactamente una semana atrás, cuando tenía super solucionada la ausencia de la nana y las coordinaciones entre familia no podían ser mejores, me vengo a enterar que al parecer había un primer caso confirmado en el colegio. Mientras me enteraba de esto por una apoderada del curso del Juanjo, mi hermano me llamaba por tercera vez al celular, y yo no le pude contestar, pensando que era nuevamente para saber qué película podía arrendarle a mi gordo para su estadía prolongada de cada tarde por dos semanas en su casa. Buena onda mi hermano, y por supuesto no pude contestarle altiro. Luego le devolví el llamado, pero no era eso… él también se había enterado del casito aquel… aunque con menos sangre fría que yo y al parecer datos un poco menos concretos. Me pongo en sus zapatos y claro que pienso en dos segundos en sus retoños duplicados, pero rápidamente me subo a mis taquitos de nuevo y veo que su espanto pasa porque mi retoño menor iba a hacer pasantía por su casa en un par de horas más no más… rutina que además se suponía repetir por varios días… Yo sólo atinaba a escuchar sus preguntas sin respuestas, ¿qué hacemos?, ¿si el Juanjo se contagia?, ¿y la nana?, ¿y si se la pega a los niños?, ¿cómo vamos a solucionar esto?. Eran voces lejanas que se cruzaban con mis propios pensamientos. Por la ch… recién resuelto el problema aparece otro que tira toda la coordinación y tranquilidad de la madre que trabaja a la ch… también…
Lo último que escuché fue un “Vamos a tener que cambiar el sistema”… yo por mientras pensaba “el sistema…” soné con el sistema, porque la nana que esperaba a mi guagua y lo llevaba para allá también podía contagiarse y tampoco era candidata a seguir ayudándome en esta modalidad compartida, y todavía no terminaba la primera semana de licencia de mi nana…
“Ya pu”, eso fue lo único que atiné a decir primero, después dije que entendía, pero que no se me ocurría nada más que primero preguntar bien en el colegio que onda… al final de cuentas, aislarlos del mundo por todo el invierno no era opción…
Mientras la secre del colegio me contaba que el niñito enfermo era de media , y yo le pedía que para la otra fueran un poquito más explícitos al menos con los datos del curso, mi hermano me llamaba de nuevo… yo ya veía a mi Juanjo parado en la plaza sin poder entra a la casa de “los primos”. La verdad me daba risa, risa nerviosa, que me dio más fuerte cuando al teléfono escucho “dice el Juanjo que el que está enfermo es compañero de él…”. Pero como!!! Reclamaba yo, ‘tay loco… si tiene 5 compañeros enfermos… pero de resfrío… qué va a saber él de esta cosa… “Si yo le pregunté si sabía lo que era la influenza esta y me dijo que si…” yo por mientras me imaginaba esta situación “y le pregunté si tenía algún compañero enfermo y me dijo que si, el José Pablo…”, ya eran carcajadas las mías en ese minuto, junto con la imagen de mi hijo en cuarentena en el patio de la casa de mi hermano… sentadito en la mitad del pasto… menos mal que el día estaba lindo… Cómo no te va a contestar eso el pobre… si le preguntas más te los nombra a todos… “Bueno, ya estamos sonados no más a estas alturas…” me decía mi hermano… Yo seguía riéndome no más… se me había olvidado que era un poco exagerado para algunas cosas…
Apenas pude salí corriendo con zapatillas de clavo de la pega… a buscar a mi gordo por supuesto. Su hermana no me creía la historia, y a la vez me corroboraba que la reacción de mi hermano no era la única. En su curso ya se estaban empezando a ver caras desertoras al primer anuncio de posible contagio.
Menos mal que cuando llegamos a buscarlo, la cordura había llegado antes que nosotras. El perla estaba muy acostado en la cama matrimonial viendo una película con mi cuñada. Los gordos ricos nos dejaron regalonearlos por mucho rato, y ya a todos les daba lo mismo. La verdad es que si haciendo clases todos los días en una universidad mi hermano aún no se contagiaba de nada, la cosa no era para tanto.
De todas formas algo le quedó al pobre de tanta pregunta, porque en la noche me decía… “hay que lavarse muy bien las manitos mami, porque ya llegó el virus…”
Si alguien piensa que esta historia se termina aquí, está muy equivocado… mi pobre hija ha ido casi sola a clases todos estos días, es de las pocas con madre talibana que no se aprovecha del pánico para que los cabros falten al colegio. El Juanjo, pobre… se enfermó de tanto jugar el sábado con sus compañeros, al punto que tuvimos que descartarle la influenza… pero la experiencia del examen famoso me la guardo, porque de agradable no tiene nada. Con eso y otras cosillas más, al parecer recién mañana retomo la normalidad… Dios quiera, porque de verdad que estoy un poquito cansada de esta gripe porcina, como dijo mi suegra el otro día… “humana”, corrigió el Juanjo seriecito y mirando el suelo…

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